Me acabo de divorciar: 8 consejos para llevarlo mejor.

Consejos para el Divorcio Javier Ares Arranz

El matrimonio es un vínculo afectivo entre dos personas, individuos que en principio comparten intereses, conversan y dirigen su relación hacia un futuro en el que lo ideal es que haya respeto, sinceridad, confianza con el otro, libertad, solidaridad y felicidad.

Pero pese a que cuando nos damos el “sí, quiero”, confiamos en que el matrimonio irá bien no siempre es así. Muchas parejas casadas, tras compartir años de sus vidas, ven que su relación se ha roto y es insalvable y que lo mejor es que cada uno siga por su camino.

A veces el proceso es más pacífico, amistoso y consensuado, mientras que en otras ocasiones el divorcio se convierte en una verdadera batalla, en donde dos padres luchan por la custodia de sus hijos o por los bienes.

Sea cual sea el caso, aunque lo preferible es que sea amistoso, a continuación vamos a ver cómo llevar un divorcio de la mejor manera posible.

Consejos psicológicos para gestionar un divorcio de la mejor manera posible

Es un hecho que muchas parejas de casados acaban divorciándose. Muchos matrimonios acaban fallando, debido a que los intereses, proyectos, ilusiones y esperanzas que se tenían en mente cuando los dos cónyuges se dieron el “sí, quiero” se han topado con una triste realidad que no se imaginaban, en la que como mínimo uno de ellos se ha cansado del otro, o ya ni siquiera lo llega a aguantar.

Al terminar un matrimonio son muchas las reacciones que podemos ver en los ex-cónyuges. La incertidumbre, el miedo a la soledad, la depresión, la ira, la venganza, el enfado, la desesperación y otras emociones negativas son comunes en personas que están pasando por un proceso de divorcio. Vivir una situación en la que descubres que tu pareja ya no te quiere, o que eres tú quien no la desea y ve que no hay solución más allá de la separación, es un proceso muy duro en el que nuestra salud mental puede verse resentida.

También pueden darse comportamientos patológicos y destructivos, tales como adicciones a alcohol, drogas y fármacos, trastornos alimenticios o conductas obsesivas de control sobre la expareja como espionaje. En las rupturas menos cívicas y amistosas pueden darse agresiones físicas y difamación a través del círculo de amistades, las redes sociales u otros medios, reacciones que nos demuestran que el final de un matrimonio puede convertirse en una situación donde surja una relación de víctima y agresión.

Para superar un divorcio con hijos…

El divorcio es un proceso mucho más sencillo en las parejas que no tienen hijos en común. Cuando se tienen la situación se convierte en una sumamente compleja, puesto que tanto si se quiere como si no, ambos ex cónyuges van a tener un cierto grado de contacto en caso de que ambos quieran seguir viendo a sus hijos. Los padres divorciados se tienen que enfrentar a situaciones incómodas pero necesarias como, por ejemplo, ponerse de acuerdo con su ex pareja sobre quién pasará tiempo con los hijos el próximo fin de semana, algo que ya de por sí hace que sea difícil superar el divorcio al no ser posible aplicar la regla de contacto cero.

Ante estos casos, es recomendable que los ex cónyuges antepongan su otro rol, el de padres. Deben aceptar que toda la vida de sus hijos van a ser los padres y que van a tener que acostumbrarse a tenerse a disposición, pensando en el bienestar de los niños. Aunque ya no sean pareja deberán comunicarse saludablemente, de forma respetuosa y educada, iniciando así acuerdos de convivencia o visitas con sus hijos, además de hablar sobre aspectos como la manutención, la educación, la salud o el seguimiento de rutinas previamente establecidas cuando todavía estaban casados.

Es fundamental no ignorar a los hijos durante este proceso, no debemos esconderles lo que está pasando y mucho menos usarlos para transmitir necesidades económicas o para actuar como espías de la ex pareja. Es recomendable hablar con los hijos para que entiendan que ellos no tienen la culpa de que sus padres ya no sigan juntos, incluso si se trata de niños pequeños. En caso de que les cueste entender la idea de la ruptura matrimonial, se les puede explicar la situación usando la siguiente fórmula (a modificar como se crea oportuno):

“Cuando mamá y papá se conocieron, se querían mucho, pero que con el paso del tiempo han surgido algunos problemas que ya no son capaces de arreglar y, por este motivo, han decidido separarse.”

Consejos generales ante el divorcio

A continuación presentamos 8 puntos claves a modo de consejos para llevar el divorcio de la mejor manera posible.

1. Aléjate del entorno habitual

El divorcio es la solución final. Si ya pasamos por todo el proceso de terapia de pareja y se han agotado todas las vías que se consideraron como posibles soluciones al problema, significa que ya no hay nada más que hacer. Lo que toca ahora es darnos un tiempo para nosotros mismos, tratar de aceptar la situación de la mejor manera posible. Es necesario que, para enfrentarnos al proceso de divorcio, estemos en un estado mental de paz y calma.

Eso no es sencillo, por eso lo mejor que podemos hacer es tomarnos un tiempo fuera del hogar, fuera del ambiente que nos recuerda el inevitable final de nuestro matrimonio. Podemos ir a casa de un amigo, irnos de viaje unos días, refugiarnos en la casa de nuestros padres… todo es válido mientras implique alejarse de nuestro antiguo entorno habitual. Esto nos dará la oportunidad de enfrentarnos a todas las emociones negativas comunes asociadas con el proceso de ruptura.

2. No te sientas culpable

Tú y tu ex pareja fuisteis un matrimonio, no una persona, sino dos personas, ambas responsables de la disolución del matrimonio. Cuando hay un divorcio no es cosa de que uno se haya cansado del otro sin más, sino que se han dado un conjunto de problemas que ninguno de los dos ha sabido muy bien cómo solucionar o no ha prestado importancia hasta que ha sido demasiado tarde. No te sientas culpable porque, si bien eres responsable de la ruptura, también lo es tu ex pareja. El matrimonio es cosa de dos, y el divorcio también.

3. No te hagas la víctima

No podemos vivir en el odio, rencor y remordimiento para siempre, no es sano. En vez de culpar a tu ex pareja y hacerte la víctima de todo lo que no está yendo bien en tu vida trata de encontrar maneras de ser feliz sanas. La situación siempre va a ser la misma a partir de ahora, no vas a poder hacer nada por cambiar el hecho de que estás divorciado, pero lo podrás llevar mucho mejor si tratas de ver algún punto positivo, como por ejemplo la ganancia de más libertad.

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4. Acepta que habrá malos días

Que entendamos el proceso de ruptura no significa que no vayamos a dejar de sentir emociones negativas asociado al mismo. Por mucho que creamos que ya aceptamos la ruptura y que ya nos desahogamos, siempre habrán malos días, días de bajón en los que recordaremos los buenos momentos con nuestra ex pareja y que nos preguntaremos por qué todo se torció, en qué momento sucedió…

No debemos intentar esquivarlos ni los callemos recurriendo a malos hábitos como beber alcohol, meterse atracones, tomar tranquilizantes o recurrir al sexo casual. Puede que todo esto nos haga sentir bien a corto plazo, pero a largo hará que nuestro estado anímico empeore, sobre todo los relacionados con el consumo de sustancias.

Lo mejor que podemos hacer para gestionar nuestras emociones es parar, respirar hondo y dejar que se liberen. Si quieres llorar, llora. Si estás enfadado, sal a correr, pégale un puñetazo a un saco de boxeo o destroza un cojín. No tiene nada de malo liberar las emociones así, siempre y cuando no hagas daño a nadie y, si no quieres que tus hijos te vean así, pide ayuda a alguien para que los cuide cuando en tus días malos.

5. Contacta con gestores y abogados

Durante un proceso de divorcio estamos tan inmersos en nuestras frustración, tristeza e ira que lo último que se nos viene a la cabeza son los aspectos materiales. Pese a que no hay fuerzas ni voluntad para ello, si queremos llevar de la mejor manera un divorcio deberemos pensar en el aspecto económico para ahorrarnos cualquier problema que pueda surgir.

Es vital que, aunque estemos fatal anímicamente, busquemos toda la asesoría profesional especializada que podamos. Es el momento de consultar a un abogado, un contador, un gestor y cualquier otro profesional que sepa de procesos de divorcio para que nos puedan ayudar a prevenir eventualidades de cualquier tipo, que se pueden dar incluso en el transcurso de las separaciones amistosas.

Estos especialistas se encargan del aspecto económico y material del divorcio, pero no quiere decir que sus servicios no nos beneficien en la parte emocional. Contar con la ayuda de abogados y asesores de finanzas nos facilitará las cosas, quitándonos estrés y, además, evitará que nuestras emociones tomen el control de nuestras decisiones.

6. Habla con tus hijos sobre el proceso

Si bien lo hemos comentado antes, insistimos por el bien de los más pequeños. Incluso si el divorcio es amistoso, que los padres dejen de quererse es un gran reto para cualquier niño en edad escolar. Debido a esto, muchos padres optan por evitar el tema creyendo que es lo mejor para la salud mental de sus hijos, además de evitar dudas y confusiones, pero en realidad esta decisión es una de las peores que podemos hacer.

Puede llegar a ser incluso traumático para los niños que, un día, al levantarse por la mañana descubran que su padre o madre ya no está en casa, que se ha ido y no saben por qué. Esto va a provocarles más dudas y problemas, miedo a que el padre que se ha ido lo haya hecho por su culpa, que ya no lo quiere más o que no lo soporta. No decirles absolutamente nada sobre el divorcio puede hacer que piensen que todo es culpa suya.

Para evitarlo, es vital tratar de hacerles entender la nueva situación, y hacer que la partida del padre o la madre sea esperada, con una fecha concreta. En todo el proceso se les debe insistir en que la culpa no es suya, que nadie está enfadado con ellos y que es un problema entre los padres, no con los hijos. Una buena idea es llevarlos a un psicólogo infantil para que les explique qué está pasando.

7. Crea una nueva rutina

Separarse implica ganar más tiempo, pero eso no es necesariamente algo positivo. Cuando se vive tanto tiempo con alguien son muchas las cosas que planificamos con él o ella, incluso las tareas más mundanas como ir a la compra, tomarse un café en el bar del barrio o ir a recoger a los hijos del colegio. En el momento en que esa persona ya no está en nuestra vida, las horas que le dedicábamos se quedan vacías, convirtiéndose en un recordatorio constante de lo mucho que llegó a significar esa persona en nuestras vidas.

Para evitar ese constante recordatorio y hundirnos más en la miseria y la tristeza, es muy importante crear una nueva rutina tan pronto como se pueda. Es el momento de iniciar una nueva afición, apuntarse a clases de idiomas, baile, pintura, ir al gimnasio, hacer deporte… cualquier actividad es válida mientras se haga de forma rutinaria y se convierta en un nuevo hábito.

8. Acude a terapia

El mejor profesional que te va a ayudar a gestionar tu salud mental durante este proceso es el psicólogo. Acudir a terapia mientras se vive un proceso de divorcio no es motivo de vergüenza ni debilidad, sino una muy buena forma de cuidar nuestra estabilidad mental ante una situación tan compleja y estresante como es la separación.

Acude a terapia, pensando tanto en ti como en tus hijos, puesto que la mejor manera de que tú y tus niños seáis felices es que consigáis superar el divorcio de la mejor manera posible, y es precisamente la psicoterapia la mejor opción a tu disposición.

Referencias bibliográficas:

Vallejo Orellana, Reyes, Sánchez-Barranco Vallejo, Fernando, & Sánchez-Barranco Vallejo, Pablo. (2004). Separación o divorcio: Trastornos psicológicos en los padres y los hijos. Revista de la Asociación Española de Neuropsiquiatría, (92), 91-110.

Guidubaldi, J.; Perry, J.D., “Divorce and mental health sequelae for children: A tow year follow-up of nation wide sample”, Journal of the American Academy of Child Psychiatry, 1995, 24, pp. 531-538.

Buchanan, C.M., Maccoby, E.E.; Dornbusch, S.M., “Adolescent and their families after divorce: Three residential arrangements compared”, Journal of Research on Adolescence, 2002, 2, pp. 261-291.

Cómo saber si necesito ir al psicólogo.

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