Cuando pasamos una semana llena de estrés en el trabajo, no podemos evitar pensar en las ganas de que llegue el fin de semana y descansar. Idealizamos ese momento en el cual podemos hundirnos en el sofá, y simplemente, no hacer nada. Ahora bien, cuando por fin llega ese instante tan deseado, nos inundamos de preocupaciones y ansiedades. Se apoderan de nosotros pensamientos intrusivos acerca del futuro, lo que tenemos pendiente hacer, en lo que pueda pasar mañana. ¿Te suena esta situación?
No estás solo, son cada vez más las personas que pasan por esto que incluso se le ha denominado como “ociofobia” o miedo al tiempo libre.
La ansiedad por no saber cómo usar el tiempo libre
La ociofobia hace referencia a aquel temor irracional que experimentan algunas personas al enfrentarse a períodos prolongados de descanso, como las vacaciones o los fines de semana. En lugar de disfrutar del tiempo libre, sienten angustia y malestar, lo que los lleva a evitar este tipo de situaciones. Esta fobia puede manifestarse con síntomas físicos, como palpitaciones, sudoración excesiva y dificultad para respirar.
Los psicólogos han observado un aumento en las consultas de personas que experimentan miedo al ocio. Estos individuos no toleran la sensación de inactividad y encuentran difícil adaptarse al cambio brusco entre el trabajo intenso y el tiempo libre. La ociofobia puede alcanzar sus niveles más altos durante la época de verano.
En este artículo, analizaremos más detalladamente el miedo al tiempo libre y la ociofobia, buscando comprender por qué tanta gente experimenta este temor irracional. También proporcionaremos consejos para abordar esta situación y tratar de superar el miedo al ocio.
Cultura de la productividad
Una de las razones principales por la cual muchos individuos en la actualidad no consiguen disfrutar de un atardecer en la playa sin sentir ansiedad es por culpa de nuestra sociedad. Tenemos una cultura que se encuentra completamente enfocada en la productividad. Es decir, nos han educado en el hacer, en la eficacia, y como resultado, estamos sobreestimulados. Desde que somos pequeños, nos apuntan a varias extraescolares, nos llenan de actividades e inconscientemente, vamos aprendiendo que estar parados es sinónimo de improductividad y vagancia.
Las personas que no saben cortar con el círculo vicioso, que buscan trabajos o algo que hacer en vacaciones o los fines de semana porque el descanso les genera angustia se debe a que han elegido un estilo de vida altamente estresante. Dicho de otra forma, hay una porción de la población que adhiere a un modelo de hacer, de acción, que no distingue entre tiempo laboral y tiempo de ocio. Para estas personas el modelo abarca los siete días, todo el año, porque el valor se mide por cuánto hago y cuánto resultado obtengo. En definitiva, estar sobreocupado está bien visto, es valorado. Y, por supuesto, todo lo valorado es deseado.
Hay que tener en cuenta que todo esto causa mucha frustración en las personas que, al final, lo que tienen de base, es una gran insatisfacción. Evidentemente, esta insatisfacción deriva, en cierta medida, de los valores de la cultura occidental, Se nos enseña que hay que hacer, hay que luchar, hay que lograr, hay que ser el más listo, el más fuerte, el más trabajador. Eso ya nos pone en una situación, culturalmente, en la que no hacer es de vagos.
Me acabo de divorciar: 8 consejos para llevarlo mejor.En la misma línea, según los expertos en psicología, en el fondo, las personas que sufren de ociofobia no disfrutan de un día en la casa de campo, quietas, sin hacer nada porque implica poner la mente en movimiento y cuando se mueve mucho comienza a explorar áreas que no querían y la pasan realmente mal, llegando a tener una sensación física desagradable. Por ello, cuando aparece la propuesta de las vacaciones a ellos les resulta una amenaza puesto que se sienten cómodos pasando de una actividad a otra, sin tener tiempo de reflexionar o pensar. Por definición, las rutinas organizan a las personas y ponen un límite a esa ansiedad que se activa cuando se encuentran sin nada para hacer.
¿Cómo decidir qué hacer en tu tiempo de ocio sin sufrir ansiedad?
Ahora que hemos comprendido cómo la cultura tiene un peso importante en la ociofobia, resulta interesante comentar a nivel cerebral, también tenemos unos condicionamientos que nos predisponen a buscar siempre actividades para entretener la mente. Seguro que te has dado cuenta que la mente está constantemente creando pensamientos, y por ello, nos cuesta mucho vivir en el aquí y ahora.
En suma, pareciera que necesitamos estar haciendo cosas para dejar de sentir. Es decir, cuando la persona para, la mente anda sola y ese andar solo nos puede llevar al vacío, a las cosas que quedan por hacer, a las cosas que hicimos mal. Y como vivimos en una sociedad en la que todo tiene que ser perfecto y no puede haber sufrimiento, claramente, ir a esos sitios duele. Entonces, para que no duela tanto, para protegerse, se pone a hacer. Lo que ocurre con esto es que es un arma de doble filo. A fin de cuentas, aunque la mente haga esto para protegerse de esa ansiedad que le produce estar libre, a la larga puede explotar de una forma más grande. Ten en cuenta que el cerebro necesita descansar. Necesita aburrirse para poder funcionar y estar activo, y no se lo permitimos y como resultado, surgen los diversos trastornos afectivos, tales como ansiedad, depresión, estrés, etc.
A estas alturas del artículo, es posible que estés reflexionando sobre cómo disfrutar de las vacaciones, el tiempo libre y, sobre todo, estar en paz contigo mismo. Reconocemos que este proceso puede ser complicado; sin embargo, a continuación, te presentamos algunos consejos que pueden resultar útiles:
1. Desconéctate de los aparatos electrónicos
Para verdaderamente disfrutar de tus vacaciones, es recomendable apagar el teléfono móvil y limitar las comprobaciones de mensajes importantes a dos o tres veces al día. Evita las redes sociales por completo.
2. Aprende a decir «no»
Aunque tus amigos se diviertan en fiestas, conciertos o la playa, no te sientas obligado a seguirlos. No tengas miedo de no participar en todo. Si necesitas pasar un día en casa descansando, es válido ceder a esa necesidad y poner límites.
3. Practica la atención plena
Integrar la meditación, ejercicios de respiración y técnicas de relajación en tu vida diaria puede reducir conscientemente el nivel de estrés y brindarte un mejor acceso a tus necesidades. A veces, el estrés cotidiano nos desconecta de lo que realmente deseamos. Tomar un momento para cerrar los ojos y respirar profundamente puede ayudarte a identificar lo que más necesitas en ese momento.
4. Dedica tiempo a tus aficiones
Cuando te entregas a tus pasatiempos, puedes experimentar momentos de «flujo», en los que te desconectas de las preocupaciones y el tiempo ordinario. Aprovecha las vacaciones para disfrutar de aquellas actividades que te gustan pero que en la rutina diaria suelen quedar postergadas.
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