Mis padres envejecen: consejos para superar el miedo.

envejecer familiar javier ares arranz

Ver que nuestros seres queridos se hacen mayores puede ser difícil y afectarnos hasta tal punto que nuestra calidad de vida se vea afectada por ello, así como nuestra relación con el resto de la familia.

No debemos plantear la vejez como el final, como un periodo donde el individuo ya no puede hacer nada, quedando poco tiempo de vida, ya que dados los avances surgidos en las sociedades del bienestar, la etapa de vejez se ha vuelto una de las más provechosas y, por tanto, es fundamental que la vivamos lo mejor posible.

Al mismo tiempo, es importante aceptar los cambios biológicos que se producen en el individuo, las nuevas dificultades que presentarán las personas a medida que envejecen, y las afectaciones tanto físicas como mentales a las que se expone, pero sin olvidar que sigue siendo una persona adulta que debemos contar con ella, que se sienta útil e integrada y no simplemente como una carga.

En este artículo veremos qué fenómenos psicológicos pueden aparecer cuando vemos envejecer a una persona importante para nosotros y daremos algunas recomendaciones para afrontar la situación del mejor modo posible.

El proceso de envejecimiento

El envejecimiento es una fenómeno de la vida que nos afecta a todos, pero para algunas personas es difícil de afrontar tanto la propia vejez como la de sus seres queridos.

Es habitual, aunque por desgracia no siempre sucede así, que los familiares más jóvenes como los hijos vean envejecer a sus mayores como sus abuelos o sus padres. No es un proceso fácil, y en ciertos casos cuesta de aceptar, ya que inevitablemente se nos plantea la idea del fin de la vida, apareciendo así una sensación de incertidumbre, de no poder saber cómo sucederá este proceso, cómo será la vejez de nuestro familiar y cómo será su final, si sufrirá.

De este modo, si ya es un proceso complicado de aceptar y adaptarse bien a él, en el caso que seamos nosotros los encargados de hacernos cuidar de nuestro familiar mayor, la situación se hace mucho más difícil, afectándonos mucho más y pudiendo llegar a desbordarnos emocionalmente.

Este hecho comporta una “faena” o “carga” extra a sus hijos, que muchas veces coincide también con la necesidad de estar pendientes de sus propios niños. Así pues, es habitual que si no llevan una buena gestión de la situación les pueda sobrepasar y acabar afectando a su propio estado físico o mental.

Del mismo modo, sumada a las responsabilidades que comporta para los hijos la vejez de sus padres, aparece en muchas ocasiones una dificultad en ellos para aceptar que sus progenitores, los que durante la niñez había considerado sus héroes, se están haciendo mayores. Muchas personas se sienten tremendamente nostálgicas por esa versión de sus padres y madres que conocieron durante su niñez y juventud, como si por el hecho de ser ahora personas de la tercera edad hubiesen perdido parte de su esencia o identidad.

En este sentido, no es extraño que los hijos no quieran ver la realidad de la situación o muestren ira, frustración o enfado ante las afectaciones y cambios que presentan sus padres. Como apuntamos anteriormente, la vejez es una época que puede producir “vértigo”, ya que sabemos que el final se aproxima y que, por tanto, el camino ya es cuesta abajo, planteándose o viviéndose en ocasiones como un proceso pre-duelo ante la futura pérdida.

Cómo afrontar la vejez de las personas a las que quieres

Visto que la vejez no es periodo fácil, ni para la persona que envejece ni para las personas de su alrededor que lo viven, es necesario ser conscientes de ello intentando trabajar en la gestión de las emociones para afrontar la situación lo mejor posible.

A continuación daremos algunos consejos para afrontar mejor este proceso.

1. No niegues la situación

Como es obvio y ya sabemos, aunque a veces actuemos de este modo, negar o hacer como si una situación no fuese real no implica que no lo sea, e incluso puede reafirmar más esa realidad. En este caso negar que nuestros familiares se están haciendo mayores y creer que sus capacidades y habilidades siguen intactas, ello no hará que no envejezcan o su estado se vea afectado, y en cualquier caso contribuirá a que se sientan vulnerables, adoptando un estilo de vida más pasivo para evitar riesgos. No negar una situación es el primer paso para poder aceptarla.

Por tanto, será mucho mejor tanto para nosotros como para ellos reconocer lo que está sucediendo para poder normalizar lo máximo posible. En muchas ocasiones cuando negamos o intentamos ocultar algo es porque valoramos que es algo negativo y en este caso lo que buscamos conseguir es que no se plantee o se entienda la vejez como algo malo.

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2. Habla con tu familiar del proceso que está viviendo

Es recomendable hablar con el familiar de cómo está viviendo él el proceso, cómo se siente, y así poder decir también nosotros como nos está afectando la situación.

Como ya sabemos, la comunicación es muy importante, y en esta ocasión no es menos, ya que ayudará a vivir mucho mejor el proceso de vejez, conociendo realmente cómo está la otra persona, dándole la oportunidad de desahogarse.

3. Acepta el cambio

Es fundamental para que el envejecimiento se viva lo mejor posible que primero aceptemos que está sucediendo. De este modo favorecemos encontrar el mejor modo de actuación posible, adaptando el ambiente y el modo de vida al nuevo cambio que se está dando y empezar a trabajar para que la persona mayor y nosotros nos sintamos mejor.

4. No olvides tu propio cuidado

Este punto es muy importante, ya que en muchas ocasiones, cuando cuidamos o estamos pendientes del estado de otra persona, descuidamos el nuestro propio y este hecho a corto o largo plazo nos acaba afectando, pudiéndonos sentir sobrepasados y que ya no podemos más. Permítete tiempo para ti, para descansar y desconectar e intenta mantener tu propio espacio, independiente de tu rol como cuidador.

Así pues es fundamental que nos encontremos fuertes física y mentalmente para poder cuidar de la mejor manera posible de nuestros mayores. Plantéatelo más como una carrera de fondo, de resistencia, donde no lo puedes dar todo al principio, sino que debes dosificar las fuerzas para no agotarte.

5. Es normal sentirse afectado

Como hemos mencionado, al tratarse de un proceso de cambio no es fácil y nos puede afectar anímicamente, por tanto, es normal tener momentos que nos sintamos más débiles o que la situación nos afecte más. Así pues, es recomendable que te permitas tener estas sensaciones y que no intentes hacer como si no existieran, ya que aceptarlas es la mejor manera para afrontarlas y poder trabajar con ellas.

No te culpes por tener pensamientos o sentimientos negativos o tristes, son normales dada la situación y a cada persona le afecta de forma distinta, no podemos sentirnos responsables de lo que sentimos.

6. Haz partícipe a tu familiar mayor

Hacerse mayor no implica dejar de ser quien uno es, es decir, es importante que tu familiar vea que sigue siendo útil, que sigues contando con él para distintos planes, que sigue integrado en la familia. En muchas ocasiones, salvo en estados avanzados de enfermedad, cuando consideramos un proceso de vejez normal, la persona mayor es consciente de todo lo que vive y de cómo nos comportamos con ellos.

De este modo debemos intentar no tratarlos como niños o como si ya no entendieran o pudieran hacer cosas que sí que son capaces de realizar. Es fundamental que sientan que siguen teniendo un rol en la familia y no dejarlos excluidos tratándolos como enfermos. También manteniéndolos activos favorecemos que el proceso de disminución de capacidades o habilidades se enlentezca.

7. No les hagas sentir que son una carga

Sentir que uno se está haciendo mayor puede suponer malestar o creer que nos estamos convirtiendo en una carga para la gente que nos rodea; por tanto, será fundamental que los cuidadores no actúen de un modo que lleve a la persona mayor a sentirse constantemente como alguien convaleciente, es decir, que no den a entender que los mayores son una carga y que cuidan de ellos por obligación.

8. Permite que la persona mayor se exprese

La comunicación, como hemos dicho antes, es muy importante para conocer y entender cómo se siente la otra persona. De esta forma es positivo dejar la libertad a tu familiar para que exprese cómo se siente, lo que piensa, sus temores y así poder hablar y trabajar con ello, para poder normalizar o reconducir pensamientos inadecuados no acordes a la realidad.

Es beneficioso acompañarlos en el proceso de aceptación, hacerles reflexionar y recordar vivencias pasadas para poder dar sentido a su vida y ver todo lo que han logrado.

Referencias:

Yanes, MªG. (2011) Consejos y propuestas para un envejecimiento satisfactorio. Medisur.

Ediren (2018) Ver envejecer a nuestros padres: ¿Cómo los vivimos?

Cómo sé si tengo fobia social: 5 señales importantes

Rodriguez. M. (2009) la soledad en el anciano. Gerokomos.

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Javier Ares Arranz

Tu psicólogo online especializado en ansiedad, depresión y sexología.

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