Cada vez apañamos más términos para referirnos a fenómenos propios de las relaciones humanas. Ahora, en lugar de explicar a detalle cómo nos hemos sentido cuando una persona de repente se borró de nuestra vida sin dar explicaciones, simplemente decimos que nos hizo *ghosting*; en vez de comentarle a un amigo o amiga que nuestra pareja nos acusó de “estar mintiendo” o “estar imaginándolo todo” después de plantearle un problema, le decimos que nos hizo *gaslighting*.
A estos fenómenos de la realidad se les han designado dichas denominaciones hace relativamente poco tiempo, tanto dentro del campo científico como en el habla cotidiana. No obstante, lo cierto es que existen otros términos que no han recibido tanta atención, que han sido formulados hace varias décadas incluso, y que hacen referencia a experiencias que puede sentir una persona al vincularse afectivamente con otras. Tal es el caso de la limerencia, que proviene del inglés *limerence* y que alude a un fenómeno propio de las relaciones amorosas con el cual muchas personas pueden reconocerse a sí mismas o a las demás. En este artículo desarrollaremos qué es la limerencia y cuáles son sus principales características, para poder detectarla.
”Necesito que me quieras”: ¿qué es la limerencia?
“Te quiero. Te quiero por siempre, ahora, ayer, siempre. Y, sobre todas las cosas, quiero que tú me quieras a mí”. Así introduce Dorothy Tennov a los lectores de su libro *Amor y Limerencia: la experiencia de estar enamorado* al concepto de limerencia. Podríamos definir a la limerencia como la experiencia interna, compuesta por pensamientos y emociones, que está provocada por el deseo imperioso de que otra persona esté enamorada de uno. Para la autora, se trata de una experiencia sin riendas: va más allá de simplemente “pensar en la otra persona” y el término “obsesión” no consigue capturar del todo su significado. La limerencia es una catarata de pensamientos que empapan a una persona en cualquier momento, de manera repentina, y le exigen corroborar que el amor que siente por alguien es recíproco.
Para Tennov, muchas personas se resisten a utilizar el término limerencia porque puede ser dificultosa la comprensión de este estado mental, si es que jamás se ha experimentado antes. Según la autora, está muy extendida la idea de que es un estado mental estrictamente patológico. Muchos profesionales psicólogos o psiquiatras sostienen que el término limerencia no supone más que un componente dentro de un trastorno obsesivo-compulsivo en el que el centro de las obsesiones está ubicado el interés romántico por alguien. Tennov, por su parte, considera que todos tenemos el potencial de experimentar limerencia y que en sí no representa ningún trastorno mental; es parte de una primera etapa de enamoramiento.
Más allá de estas diferencias, es relevante notar que sentir la necesidad incontrolable de corroborar que la otra persona está enamorada de uno puede desencadenar comportamientos problemáticos y que, en caso de estar sufriendo por ello, siempre es recomendable la consulta con un profesional de la salud mental.
¿Cómo sé si estoy experimentando limerencia?
La limerencia supone un conjunto de pensamientos y emociones que se materializan en comportamientos concretos. Por esa razón, para detectar si uno está experimentando limerencia lo óptimo es evaluar estas tres dimensiones: cognitiva, emocional y conductual.
Los 3 Tipos de Fobias más importantes (y sus síntomas)La dimensión cognitiva y los episodios de rumiación
En el plano cognitivo o de los pensamientos, la limerencia se caracteriza por la aparición de pensamientos encadenados de los que es difícil despegarse. A veces, se tratan de pensamientos intrusivos o parasitarios que despliegan una concatenación de un pensamiento tras otro, y que la persona cae en la creencia de que, si no reflexiona al respecto, habrá menos posibilidades de que sea amada. En definitiva, se trata de la presencia de episodios de rumiación que tienen como objeto al amor del otro.
Las emociones: ansiedad y miedo, pero también entusiasmo
Por otro lado, en una dimensión emocional, quien experimenta limerencia siente altos niveles de ansiedad ante la posibilidad de que los sentimientos de la otra persona no sean iguales a los propios. Es decir, siente ansiedad ante la posibilidad de no ser amada. También, otra emoción habitual es el miedo al rechazo. Sin embargo, la limerencia tiene una doble cara emocional, ya que, en caso de hallar una señal —evidente o implícita— de que la otra persona, en efecto, la ama, experimenta una intensa alegría o entusiasmo por la pareja.
Claro está, su contraparte es que resulta muy habitual que las personas en un estado de limerencia tiendan a elaborar interpretaciones sesgadas y erróneas acerca de lo que la otra persona siente o piensa. En consecuencia, en muchas ocasiones acaban tomando una serie de indicadores de la realidad —el tono de voz que utilizó el otro, el visto por Whatsapp, el emoji que escogió, etcétera— para aseverar con total certeza de que la otra persona no siente lo mismo que ellos, cuando esto no necesariamente es cierto. Al ser imposible leer la mente de los demás, en función a ciertos datos elaboran narrativas complejísimas que les conducen a interpretaciones sesgadas (y, en consecuencia, a una tristeza profunda o desilusión).
Los reaseguros y el bucle infinito de la limerencia
Por último, el estado de limerencia no permanece recluido en el mundo interno de la persona, sino que manifiesta estos pensamientos y emociones en su repertorio de conductas. Así como sucede con otros fenómenos como la celotipia, que la persona siente la necesidad de reasegurarse que la otra persona no está engañándole, aquí, en los estados de limerencia, la persona debe cerciorarse de que la otra persona la ama también. Para ello, es incapaz de controlar el impulso de pedir pruebas de amor, de encontrar evidencia fáctica de que el otro/a la ama o de preguntarle a otras personas qué opinan acerca de su relación.
Cuando la persona, en efecto, encuentra una “respuesta” a su necesidad imperiosa, aquel estado emocional tan intenso disminuye drásticamente. La hecatombe de pensamientos, también. Se encuentra en calma. Sin embargo, este estado es pasajero. De prolongarse en el tiempo la limerencia, la persona experimentará una y otra vez la necesidad de corroborar que la otra persona la quiere. La limerencia tiene el potencial de engatusar a la persona hacia un bucle infinito de inestabilidad, de estados sucesivos que lucen así: sentirse bien – aparición de pensamientos y emociones que ponen en duda la reciprocidad afectiva – experimentar intenso malestar hasta reasegurarse de que el otro/a la ama – sentirse bien. Este ciclo puede resultar agotador. Por lo tanto, como hemos mencionado, en caso de que la limerencia ocasione el desarrollo de un conjunto de comportamientos problemáticos, es fundamental la consulta con un profesional de la salud mental para ayudar a hallar una solución.
Referencias:
Tennov, D. (1998). Love and limerence: The experience of being in love. Scarborough House.
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