Todos tenemos muy interiorizada la máxima de que debemos ser sinceros con los demás y, a la vez, respetar sus emociones y no dañar sus sentimientos. La teoría parece fácil, pero la práctica es desde luego más compleja. No siempre sabemos cómo decir las cosas sin que sientan mal a otras personas, optando por callarnos muchas veces.
La asertividad es una capacidad fundamental a la hora de relacionarse con los demás, de forma respetuosa con ellos y con nosotros mismos. Se trata de la habilidad comunicativa para manifestar sentimientos, necesidades, deseos y opiniones desde nuestro punto de vista, pero sin dañar las emociones ajenas.
Esta asertividad es fundamental para aprender a cómo decir las cosas sin que se sientan muy mal, sabiendo decir “no” cuando el cuerpo nos lo pide sin hacer que los demás se sientan atacados por cómo se lo hemos dicho. A continuación vamos a descubrir cómo conseguirlo teniendo en cuenta una serie de claves y errores a evitar.
¿Cómo decir las cosas incómodas o delicadas del mejor modo posible?
Decir lo que realmente pensamos, dándonos a valer pero sin pisotear los derechos de los demás es fácil decirlo, pero no tanto practicarlo. En muchas ocasiones nos cuesta encontrar el equilibrio entre ser honesto y respetuoso con los demás, pecando de ser demasiado directos y bruscos al decir todo lo que sentimos o, por el contrario, siendo demasiado delicados, tanto que nos callamos cosas importantes. Es curioso cómo el ser humano, poseedor de tan privilegiada habilidad como es el lenguaje, a veces le resulte tan complicado comunicarse de forma eficiente y socialmente no disruptiva.
Cuando hablamos de cómo decir las cosas sin que sientan muy mal es inevitable hablar de la asertividad. Podemos definirla como una estrategia de comunicación basada en decir las cosas sin agredir ni someter la voluntad del otro, pero defendiendo nuestros propios deseos y opiniones. Es decir, es decir cómo nos sentimos de forma honesta y verdadera, pero sin recurrir a ataques hacia la otra persona.
Ser asertivo, sabiendo cómo decir las cosas sin que sientan muy mal a los demás, es un aspecto fundamental para establecer relaciones sanas, además de ser feliz al ser capaz de manifestar las convicciones y deseos propios, defendiendo nuestros derechos sin coartar los de los demás. En muchas ocasiones, decir lo que realmente sentimos nos ahorra muchos problemas, siempre y cuando lo hagamos de forma respetuosa, claro. Un “no” dicho de forma respetuosa y bien nos ahorrará tener que repetirlo en un futuro y nos salvará de todo tipo de situaciones en las que no queremos adentrarnos.
Entendiendo esto, podemos comprender que la asertividad es muy importante y por ello vamos a ver algunos principales al respecto.
¿Cuáles son nuestros derechos comunicativos?
Antes de poner en práctica la asertividad, es fundamental tener claros cuáles son nuestros derechos comunicativos, es decir, a la hora de hablar y relacionarnos con otras personas. A menudo no expresamos de forma honesta y sincera lo que queremos, pensando que decir algo que creemos que es negativo hará que nuestro interlocutor se ofenda y enfade. Pero, al margen de si se enfada o no, debemos comprender que hay una serie de derechos que tenemos como personas que debemos conocer y que son fundamentales a tener en cuenta si queremos practicar la tan sana costumbre de respetarnos a nosotros mismos.
- A veces, tenemos derecho a ser el primero.
- Tenemos derecho a cometer errores.
- Tenemos derecho a tener nuestras propias opiniones.
- Tenemos derecho a cambiar de opinión.
- Tenemos derecho a decir “no”.
- Tenemos derecho a no tener que intuir los deseos de los demás
- Tenemos derecho a tener tus propias necesidades y que sean tan importantes como las de los demás.
Estos derechos los tenemos nosotros y, naturalmente, los tienen los demás. Tenerlos en cuenta nos servirá para poder expresar de forma libre, honesta pero, también, respetuosa nuestras opiniones, sin dañar a los demás y entendiendo que ellos también pueden poner en práctica estos mismos derechos.
Cosas a evitar
Para saber bien cómo decir las cosas sin que sientan mal debemos saber también qué es lo que no debemos hacer. Son varios los errores comunes en la comunicación a la hora de transmitir o compartir nuestro mundo interior, opiniones y sentimientos que pueden empeorar la situación. Para ser verdaderamente asertivo, hay que tener en consideración los siguientes errores que se deben evitar a toda costa. Combinados, estos tres errores pueden entorpecer notoriamente la comunicación con los demás.
Hacer afirmaciones sobre uno mismo
No se debe decir cosas como “siento que” como si fuera una declaración de nuestros sentimientos o afirmaciones de nosotros mismos. Si bien es recomendable hablar en primera persona (lo veremos más adelante) hacer afirmaciones con esa frase adquiere un toque de subjetividad que se puede volver en nuestra contra, especialmente adquiriendo un tono como que nos lo estamos tomando demasiado personal o que lo que hace o dice la otra persona lo expresamos como un ataque directo a nuestros sentimientos.
Por ejemplo: siento que se te da fatal escuchar a los demás porque interrumpes constantemente.
Acusar al otro sobre algo
No es para nada constructivo acusar al otro sobre lo que hace o crees que hace. Si bien puede haber cosas que haga mal y está bien hacérselo ver, usarlo como una crítica ácida o ataque de poco nos va a ayudar.
Por ejemplo: Es que cada vez que hablamos me da la sensación de que quieres empezar una discusión.
Interpretar la conducta del otro
Si ya los psicólogos tenemos problemas en interpretar de forma objetiva y eficaz la conducta de alguien a pesar de haber estudiado para ello, una persona de la calle debe tener todavía más problemas. Conocer las verdaderas intenciones y motivos detrás de la conducta de alguien requiere mucho tiempo, empatía, confianza y comprensión, lo cual se traduce en que muy difícilmente se puede interrpetar el comportamiento ajeno sin un amplio margen de error. Y, si a esto le sumamos el calor de una discusión, las interpretaciones pueden ser de lo más mezquinas.
Por ejemplo: realmente no te gusta que te diga las cosas porque eres una persona infantil, incapaz de recibir las críticas de los demás. Es un signo de inmadurez.
Lo que sí se debe hacer
Ahora que hemos visto los principales errores que se cometen al tratar de decir cómo nos sentimos, toca ver qué es lo que podemos superarlos y evitarlo usando estrategias comunicativas eficientes y asertivas. Como decíamos, es fundamental la asertividad para poder mantener relaciones sanas, evitando las malas interpretaciones. Estas son las claves fundamentales para aprender a decir las cosas sin que sientan muy mal y para que nuestro interlocutor sepa claramente qué es lo que le queremos decir y lo reciba de una forma respetuosa.
Hablar en primera persona
Habla en primera persona, tantas veces como te sea necesario y posible. Aunque nos pueda parecer que vaya a ocurrir lo contrario, lo cierto es que el otro no se pondrá a la defensiva porque le hablemos en primera persona y, de hecho, mantendrá la atención para ver qué tiene que hacer para cambiar, sin sentirse atacado, siempre y cuando le digamos las cosas correctamente. La clave real está en describir sinceramente cómo nos sentimos, cuáles son nuestros sentimientos y qué situación o gesto de la otra persona los ha desencadenado.
Por ejemplo: Me duele que hayas quedado con tus padres sin avisarme si querías que fuera contigo a verlos.
Describir por qué nos sentimos así
Naturalmente, deberemos describir por qué nos sentimos así y cuál es la causa principal de nuestros sentimientos o inquietudes. Esto no se debe entender como acusar, sino tratar de explicar qué nos pasa cuando un familiar, amigo o persona en cuestión dice o hace algo que nos incomoda, expresándolo con claridad y sin dar lugar a malas interpretaciones.
Por ejemplo: Me pone triste cuando te estoy contando mis problemas y no me digas qué opinas sobre ello. Si te los explico es porque quiero saber cómo crees que podría superarlos y me des apoyo.
Pedir lo que creemos que necesitamos para superar la situación
Pide lo que crees que necesitas para solucionar el problema. Si no pides lo que quieres o lo que crees que podría mejorar la situación, simplemente estás expresando tus sentimientos y, aunque eso puede ayudarte a desahogarte, de poco sirve si con ello no cambiamos nada. Lo ideal es que si transmitimos nuestras emociones sea para poder cambiar la situación, dándole al otro las claves y la información necesaria para que la situación mejore de alguna u otra forma.