Ansiedad y Depresión: Descubre Cómo Se Relacionan y Potencian Estos Trastornos Mentales

Javier Ares Arranz Psicólogo Online Madrid

Gran parte de nosotros contamos con ideas preconcebidas acerca de dos de las patologías que afectan con mayor frecuencia a la salud mental de las personas: la ansiedad y la depresión. Comúnmente las asociamos a un conjunto determinado de síntomas o manifestaciones que son específicas de uno de los dos trastornos: quizás, vinculamos ansiedad con inquietud o irritabilidad; mientras que depresión con sentimientos de vacío y fatiga. Y es que, también, las nociones desde las que partimos tienen cierto correlato científico. Veamos cuál es la relación que existe entre los trastornos de ansiedad y la depresión.

Dos psicopatologías con cosas en común

A lo largo de la historia de la psicología se han formulado distintos constructos teóricos, a fines de clasificar bajo un “nombre” a determinados conjuntos de síntomas para elaborar tratamientos acordes en consecuencia.

En relación a esto, algunas teorías acerca de la ansiedad y la depresión fundamentan que estos trastornos siguen lógicas muy diferentes, e incluso contrapuestas. Sin embargo, en la práctica es común observar casos donde se solapan la una a la otra. También suele ocurrir que las personas que acuden a consulta presentan cuadros distintos a aquellos ideales que se pueden encontrar en un manual. Esto llevaría a pensar que, en verdad, a nivel práctico —e, incluso, a nivel teórico—, ansiedad y depresión pueden tener varios puntos en común. A continuación, veremos cómo se relacionan ansiedad y depresión considerando las posibles diferencias y articulaciones entre tales cuadros.

¿Difiere tanto la ansiedad de la depresión?

Si bien existen tantas teorías como personas en el mundo (bueno, tampoco tantas, pero para que nos hagamos una idea), en líneas generales, las teorías científicas tienden a pensar la ansiedad y la depresión como patologías separadas. Las teorías no son la realidad, sino más bien constructos (es decir, elaboraciones abstractas) que intentan explicar un fenómeno de la realidad. No obstante, existe cierto consenso en que cada uno de estos diagnósticos contaría con una serie de cualidades distintivas respecto al otro. Una de las teorías que ha caracterizado tanto a la ansiedad como la depresión es la teoría cognitiva de Beck, desde una posición cognitivo-conductual; determinando características específicas pero también semejantes entre ansiedad y depresión. Podríamos tomar esta postura, entre otras, para fundamentar los motivos por los cuales la combinación de ambos cuadros en uno ansioso-depresivo no tiene por qué ser algo contradictorio en la práctica clínica.

La premisa sobre la que se fundamenta la teoría cognitiva de Beck indica que, en los trastornos emocionales —lo cual incluiría tanto la ansiedad como la depresión—, existe una distorsión o sesgo sistemático en la forma en la que se procesa la información. Para comprender esto, antes es necesario saber que la manera en la que las personas actuamos sobre el mundo está determinada por un conjunto de categorías y creencias mediante las cuales interpretamos la realidad. Las categorías con las que «leemos el mundo» no son azarosas en su totalidad. En términos generales, nuestra mente establece redes de relaciones entre conceptos, pero tiende a moverse por caminos más o menos delimitados (a los que se denominan esquemas cognitivos), por lo que algunas categorías tendrán mayores posibilidades de vincularse con algunos conceptos que con otros.

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Para Beck, estos conceptos y categorías mediante los cuales procesamos la información (es decir, mediante los cuales entendemos la realidad) pueden estar distorsionados, llevándonos a hacer interpretaciones erradas del mundo interno y externo. Este sería el motivo subyacente a la ansiedad y la depresión. La persona que presenta algún trastorno emocional se guía por esquemas disfuncionales, que son rígidos y contienen reglas, actitudes o creencias implícitas acerca de sí misma y aquello que la rodea. Estas suelen ser poco realistas y producir un alto grado de sufrimiento.

Según Beck, la distinción entre ansiedad y depresión depende del contenido de esas reglas y de los temas que aluden. En la ansiedad, se establecen condiciones muchas veces equívocas y están relacionadas al peligro o vulnerabilidad: «si no tengo listo esto para el viernes, me despedirán”. Respecto a la depresión, también se plantean condiciones pero el resultado es fatal: «si mi hija no sonríe cuando la busco del colegio, es porque siempre seré un mal padre».

La relación entre ansiedad y depresión: ¿cómo se refuerzan la una a la otra?

Lo que podremos notar es que ambos cuadros no parecen ser excluyentes del otro. De hecho, aunque el contenido de sus distorsiones sea distinto, el proceso por el cual la persona sufre es el mismo: los esquemas disfuncionales «empañan» la comprensión del mundo. En la actualidad, algunos libros como la CIE-11 incluyen la clasificación de Trastorno mixto de ansiedad y depresión para referirse a los casos en los que la persona presenta síntomas significativos de ambas patologías, combinando síntomas como la pérdida de interés en actividades que solía disfrutar —normalmente vinculado a la depresión— con el miedo a que ocurra algo terrible o las dificultades para relajarse —propias de la ansiedad—.

Y, más allá de las formalidades, en la práctica clínica resulta evidente el hecho de que muchos pacientes presentan un híbrido entre ambas. Por ejemplo, aunque la anhedonia sea algo recurrente en el tipo-ideal de la depresión y no de la ansiedad, en la práctica existen personas en las que predominan los signos típicos de la ansiedad y aún así se sienten con falta de deseo. Esta combinación sintomática que emerge en los cuadros ansioso-depresivos supone un refuerzo en el sufrimiento de quien lo padece. Es decir, quizás una persona puede preocuparse en demasía y tener dificultades para concentrarse, pero además, estos estados podrían agravarse si se sintiera terriblemente cansada. El solapamiento entre patologías puede hacer que los límites entre ellas sean difusos. De hecho, los cuadros en sí mismos comparten una serie de síntomas comunes, como la presencia de pensamientos negativos que ponen en cuestionamiento sus habilidades para resolver problemas, episodios de rumiación o una baja autoestima En función a ello, podríamos sostener que la ansiedad y la depresión no son términos excluyentes entre sí, sino que en la clínica se presentan de manera complementaria; y que por tal motivo es necesario que un profesional de la salud mental atienda a cada caso según sus particularidades.

Referencias bibliográficas:

Sanz, J. (1993). Distinguiendo ansiedad y depresión: revisión de la hipótesis de la especificidad de contenido de beck. Anales de Psicología / Annals of Psychology, 9(2), 133–170.

El duelo sin despedida: la pérdida de un familiar por Coronavirus

Organización Mundial de la Salud (1992).Clasificación Internacional de las Enfermedades. Décima primera edición. Madrid: OMS.

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